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miércoles, 24 de septiembre de 2008

Que renuncie

Por Esteban Martínez Díaz

Con estas dos palabras se inició la sesión de la cámara de diputados a la que compareció Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación, el día de ayer. Varios de los legisladores del PRD portaron mantas y carteles, poniendo en entredicho su designación para este cargo, que le fue extendido por el primer mandatario, haciendo uso de las facultades que le otorga la Constitución para tal efecto.

Ave de tempestades, el español nacionalizado mexicano, ha dado lugar a una bandera de crítica al gobierno de Calderón, no tan sólo por haber nacido en España, sino por ser miembro una familia que hizo su fortuna en negocios que le fueron conferidos por PEMEX, entre ellos la transportación de combustible y la concesión de gasolineras que cubren la mayor parte de sureste mexicano.

La circunstancia de haber sido uno de los consentidos de Felipe Calderón en el tiempo en que se encontraba en la Secretaría de Energía, durante el gobierno de Vicente Fox, de la que era jefe jurídico, puso la situación más delicada, ya que firmó los contratos otorgados a su propia familia, con el agravante de que se hizo aparecer como accionista de Ivancar y apoderado legal de la empresa en el momento en que se suscribieron los documentos que dio poder y fortuna a la familia Mouriño, mediante la transportación de combustible.

Estas condiciones irregulares de estar en las dos partes, es decir, de ser juez y parte, en ambos lados de la mesa, le dieron a Juan Camilo la prohibición de ser secretario de Gobernación, levantando la protesta consecuente de la oposición, con la solicitud de su destitución por no cumplir los requisitos constitucionales para formar parte del gabinete.

Desde luego que la inconformidad y la petición de la salida del cargo, eran y son justificadas. Sin embargo, el presidente Calderón se aferró a su decisión y con la complicidad del PAN y una fracción del PRI, se le echó tierra al asunto y pasó a ser un caso más de desatención legislativa, enviándose el expediente como asunto total y definitivamente terminado.

La comparecencia de Mouriño se hizo a solicitud de los legisladores, con el fin de que diera información sobre el estado que guardan las investigaciones con respecto al atentado de Morelia, cuyas consecuencias fueron 8 muertos y más de 100 heridos, durante el Grito de Independencia.

Sin embargo, el motivo de la llamada a misa al encargado de la política interior de la república, se basó en la importancia de hacer un desglose del segundo informe presidencial en lo que se refiere a seguridad, ya que también fueron convocados los titulares de la SSP y de la PGR, a fin de que explicaran sobre sus acciones en este terreno.

Ya se sabía que el mismo PRI llevaría la espada desenvainada, solicitando la renuncia de Mouriño, y que lo mismo habría de hacer el PRD, invocando la impericia en el desempeño del cargo y los rasgos de doble nacionalidad que ostenta el funcionario.

Estoy escribiendo este artículo en el momento en que se inicia la sesión parlamentaria. Haré un poco de tiempo para esperar sus resultados y de las cuentas rendidas por el compareciente. Veremos si es capaz de resistir la artillería y si su defensa merece la pena de ser absuelto. Algo muy difícil, pero que no puede ser descartado.

Mientras tanto les diré que Juan Camilo Mouriño es un político de 37 años que inició su carrera política en Campeche, lugar de residencia de sus padres, dada la circunstancia de que el jefe de la familia obtuvo diversos contratos con Pemex, por lo que fijó su residencia en este punto del sureste mexicano.

Estudió en la universidad de Tampa, Florida, donde obtuvo el título de licenciado en economía. Fue diputado local por el PAN, siendo derrotado por el PRI posteriormente, cuando quiso ser presidente municipal de Campeche. A cambio y en compensación por la derrota, en el 2003, fue nombrad asesor del Secretario de Energía, y después subsecretario de Electricidad, por el titular de esta dependencia, Felipe Calderón, acompañándolo en su renuncia después de la regañada pública que le hizo Vicente Fox, jefe de la nación.

Es conveniente aclarar que Mouriño nació en Madrid, España, el 1 de agosto de 1971. Tenías ambas nacionalidades, por ser hijo de padre español y madre mexicana. A los 18 años decidió adoptar la nacionalidad mexicana; sin embargo, fue diputado local en el estado de Campeche, a pesar de que la Constitución General de la República exige que para el cargo se requiere ser mexicano por nacimiento y ser originario de la entidad, en el artículo 55 de la Carta Magna.

Sucedió lo que tenía que suceder. Los señores diputados se concretaron a una serie de preguntas preparadas de antemano, dando oportunidad de lucirse a los comparecientes. Pasaron la prueba, como siempre, y los acontecimiento no pasaron más allá de ser los rutinarios, los de siempre, en los que participó una clase aborregada, temerosa de levantar la voz a sus superiores.

Ya ha terminado la sesión inquisitorial organizada por los diputados y ampliamente aplaudida por los dirigentes de los partidos de oposición, sin pena ni gloria. Lejos quedaron las amenazas del propio tricolor, del PRD y los demás del

Frente Amplio Progresista, de que pondrían en Pica de Flandes al secretario de gobernación. Solamente fue una pólvora quemada en infiernitos, que prueba la gran dependencia que tienen los políticos de los hombres y mujeres en el poder, a los que respetan, aman, veneran y temen, pese a que, a veces, su epidermis muestra escaras de indignación por su comportamiento.

Es claro que Mouriño se sirvió con la cuchara grande. Por algo es el elemento más cercano al presidente Calderón, de quien se presume fue su formador y guía para llevarlo a la presidencia de la república, de cuya campaña fue el cerebro y coordinador, utilizando inclusive asesores españoles, especialistas en la diatriba y en el desprestigio, como los que están llegando para diseñar la campaña del PAN en las elecciones del 2009, esperando los buenos resultados de la elección presidencial, que piensan repetir en el 2012, contando con la presencia y la ayuda de Dick Morris, especialista en el ataque artero a los contrarios, y verdadero autor de la frase «un peligro para México» que desfiguró la presencia de AMLO en aquella contienda.

Lo cierto es que seguimos siendo impávidos ante lo que sucede en México. Nuestra sangre de atole se sigue imponiendo al corazón y a la mente analítica de los sucesos últimos, sin llegar a conclusiones útiles y a las raíces del problema, pues, mientras no se ataque a fondo, los delincuentes, los perversos y traidores seguirán reproduciéndose sin control.

Ahora que se sabe que ha sido violada la seguridad de la oficina privada del gobernador del estado, nadie puede sentirse seguro en sus bienes materiales y físicos.

Si se considera que este lugar es el más y mejor resguardado de la entidad, ¿qué podemos esperar el resto de los sonorenses?

Es de angustia pensar en el futuro…

Empalme, Sonora, Septiembre 24 del 2008.

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